Quiero, puedo.
Una lista gigante
se arma en mi cabeza cada vez que me pregunto qué quiero. Supongo que tengo que
agradecer el encontrar tantas respuestas para esa pregunta, sabiendo que hay
tantos otros que no lo saben. Yo sí. Sé que quiero para mi vida, sé que cosas
me hacen feliz y, de a poco, voy entiendo a mi espíritu. A esa energía que me
conforma. Trabajo día a día en buscar la forma de liberarla, de expandirla, de
dejarla ser, de no limitarla. Intento conectarme con ella e integrarme con su fuerza
que empuja para salir.
En esta conexión que
voy logrando, aparecen todas estas cosas que quiero. Pensé que si elegía una de
ellas, debería renunciar al resto, dejarlas de lado. Tensionaba mis deseos, en
una competencia, limitándolos, recortándolos, creyendo que así, serian posible.
Hoy, empiezo a entender lo equivocada que estaba.
Si escucho mi
ser, allí en lo más profundo, veo que no tengo que elegir. Que si quiero,
puedo. Que si me libero e integro mis deseos en sus tiempos terrenales, puedo
cumplir cada uno de ellos. Quiero, puedo. Increíble cómo estas dos sencillas
palabras provocan una felicidad tan absoluta. Rodeada de un mundo de posibilidades
que contiene todas las herramientas necesarias para que pueda lograrlo. Mi único
obstáculo, era yo.
Qué lindo es
descubrirse, escucharse, no juzgarse y dejarse ser. Hoy estoy agradecida. Agradecida
de esa fuerza mayor que nos acompaña a todos. Agradecida de quienes me rodean. Agradecida
de mi propio reconocimiento y descubrimiento. Agradecida de las posibilidades y
oportunidades.
Nunca dejen de
buscar lo que les haga feliz. Nunca dejen pasar la oportunidad del
autodescubrimiento y del autoconocimiento. Nunca juzguen sus emociones, sino
que sientan todo, conéctense con ellas, ninguna será errada. Sean libres, y no
dejen de expandirse, de reinventarse. Recuerden, y con esto me repito a mí
misma… quiero, puedo.
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