Salto a lo desconocido

Un año atrás, mi vida dio un giro inesperado. Mis “sueños” rodeados de estructuras habían convencido a todos a mí alrededor que la dirección en la que encaminaba mi vida era la correcta. Hasta yo misma había creído que eso era lo que quería. No voy a aburrirlos con detalles, pero sí voy a remarcar de esta experiencia lo sencillo que es convencernos de que lo que estamos haciendo es lo que queremos, y lo difícil es realmente ponernos a pensar en ello. Sin embargo, este cambio, me llevó a enfrentarme a la experiencia más aterradora y satisfactoria hasta ahora de mi juventud.

Durante gran parte del año, me tape en responsabilidades para dejar poco lugar a pensamientos que pudieran persuadirme de la decisión más valiente que tomé en mi corta vida. Tengo que admitir que no todo fue tan simple, pero una vez que pase por migraciones y me vi subiendo a un avión sola, el sentimiento de autosatisfacción y terror hicieron que valiera cada segundo. Si, el terror también. Me hizo sentir viva una vez más.

Con ensayos y errores, dolores y alegrías, fui descubriendo un lado de mí que no sabía que existía. No tenía idea de lo simple que podía ser, de las cosas nuevas que tenía para aprender, del coraje que podía llegar a juntar, ni de las habilidades para formar amistades con las que contaba. Esta nueva fuerza empujó mis horizontes, cuestionó mis metas y mis ambiciones. Me llevó a considerar diferentes direcciones que jamás me había propuesto, y a la vez me demostró lo capaz que puedo ser para perseguir y cumplir con todo lo que me propusiera. También me enseñó que las derrotas y los rechazos no me iban a derrumbar, ni a desalentar.

Por primera vez me enfrenté a un mundo de posibilidades. Mi imaginación y mi deseo volaron hacia lugares inexplorados. Me propusieron ideas disparatadas y aventureras que me llenaron de emociones. Me arman día a día con la fuerza y el valor para lograr todo lo que quiera. Me llenan de poder y de confianza en mí misma y en mis instintos.

Estoy aprendiendo a disfrutar de las pequeñas cosas del presente. De amigarme con mis sentimientos, con mis dudas, y mis miedos. De confiar en mis instintos, quienes ya más de una vez demostraron la sabiduría con la que cuentan para llevarme hacia un lugar mejor. De no dejar de intentar, de soñar, de sonreír. De animarme y empujarme hacia nuevas posibilidades. De ser autosuficiente.

Hoy, mis fichas se están acomodando y están dando lugar a una nueva experiencia que me llena de ilusiones. Hoy, me puedo sentar, respirar y disfrutar de esta nueva etapa que jamás hubiera imaginado. 

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